Consumo de drogas en adolescentes: pasos para intervenir

Consumo de drogas en casa: qué observar, cómo hablar y adónde acudir en Chile. Consejos prácticos para padres. Solicita orientación.

Orientando a adolescente sobre el abuso de sustancias

Qué es el consumo de sustancias en adolescentes

En adolescentes, el consumo de sustancias es cualquier uso intencional de alcohol, cannabis, fármacos sin prescripción médica (o en dosis distintas a las prescritas), inhalantes, cigarrillos electrónicos u otras drogas para cambiar cómo se sienten, rinden o se relacionan

No importa si es “una sola vez”, “solo los fines de semana” o “para aguantar el estudio”: si aumenta riesgos (accidentes, sexo sin protección, peleas), interfiere con el sueño, el ánimo, el colegio o los vínculos, o requiere mentir/ocultar, ya es un problema que merece un plan, no un regaño.

Adolescentes y consumo de drogas: 3 escenarios frecuentes en casa

Escenario 1: Temor al consumo de drogas sin evidencias, qué observar y cómo prevenir

Viernes en la noche. Revisas la mochila “al descuido”, olfateas el polerón buscando ese rastro dulce de vape. En el chat de apoderados circula el rumor de que en los baños del colegio “se juntan”. Tu hijo te dice “tranqui, mamá, exageras”. Te vas a la cama, pero no duermes: repasas fiestas, Uber, quiénes van, a qué hora vuelve. Sientes que vigilas más de lo que educas.

Pregunta clave: ¿Quieres seguir adivinando señales o prefieres un plan claro para prevenir sin invadir?

Escenario 2: Hubo consumo de drogas. Comunicación con adolescentes y plan de acción

Un domingo encuentras ojos enrojecidos y risas fáciles. “Probamos, nada grave”. Recuerdas tu adolescencia y decides no “armar show”. Las notas bajan un poco, el sueño se desordena, la irritabilidad se normaliza como “estrés”. Pasa un mes. Vuelve el olor, vuelve la explicación. Y tú sigues posponiendo la conversación difícil.

Pregunta clave: ¿Cuánto te puede costar esperar a que “se le pase” si cada semana erosiona su sueño, ánimo y rendimiento?

Escenario 3: Crisis por consumo de drogas: seguridad, límites y contención

Restringes el dinero, el celular, las salidas. “¡Mientras vivas aquí…!” Él responde con portazos, evade, miente mejor. Tú buscas, él esconde... Una guerra de desgaste que no cambia la conducta, solo rompe el vínculo. Al final, todos exhaustos… y sin plan. 

Pregunta clave: Si el control total no funcionó, ¿estás lista/o para cambiar de estrategia y recuperar los vínculos y la confianza de tu hijo?

¿Qué debe preocuparte, qué buscar y cuándo actuar ante la sospecha de abuso de sustancias en tu hijo?

Para el primer escenario: 

Detén el piloto automático. Esa mezcla de rumores, olores fantasmas y chats de apoderados puede encender alarmas… pero no todo es señal de consumo. Respira, baja el ruido y mira el cuadro completo: lo que buscamos no es “pillar”, sino distinguir cambios sostenidos que sí ameritan pasar a la acción. Ayuda recordar que el cerebro adolescente es más vulnerable a riesgos, pero la prevención funciona mejor con datos y conversaciones breves, no con cateos ni persecución (ver guía de conversación del Child Mind Institute y enfoque preventivo de Mayo Clinic: abuso de drogas en adolescentes).

Señales de advertencia de abuso de drogas en adolescentes (lista práctica)

  • Deterioro funcional: bajón sostenido en notas o ausencias, abandono de actividades que antes disfrutaba, irritabilidad fuera de proporción o ánimo caído por semanas.
  • Mentiras/ocultamiento alrededor de salidas, dinero que falta o explicaciones poco creíbles; cambios bruscos de amistades y mayor secretismo.
  • Pistas físicas/ambientales: olor persistente en ropa/pelo, ojos muy enrojecidos o pupilas inusuales, torpeza/“risa fácil”, envoltorios, vapes, pipas u otro material en mochila o pieza.
  • Conductas de riesgo: volver en autos conducidos por pares que consumieron, llegar visiblemente alterado, mezclas con fármacos/alcohol.

Escenario 2:

Aquí es donde más se agradece la cabeza fría: tu historia no es la de tu hijo. Cada persona responde distinto a las sustancias, el paso de “prueba” a “patrón”, puede ocurrir en silencio, por eso, esperar suele encarecer el problema. Mayo Clinic explica esta vulnerabilidad y por qué conviene intervenir temprano.

Antes de hablar, haz una pausa y prepárate: anota lo que viste (fechas, contexto, cambios en sueño/ánimo/colegio) y define un objetivo simple para la conversación: entender qué pasó y acordar una regla de seguridad hoy. Esa preparación breve baja la reactividad y mejora resultados 

Cuando conversen, evita el sermón. Pide su versión, escucha sin interrumpir y valida algo concreto (“gracias por contarlo”). Luego clarifica límites y consecuencias que pueda anticipar (“si aparece alcohol o alguien fuma, me llamas y voy por ti; esta noche no hay castigo, mañana lo conversamos”). Este formato —microcharlas, reglas claras y consecuencias conocidas— aumenta la cooperación y ayuda a decir “no” en contexto social. 

Después, convierte la intuición en criterios de seguimiento: durante 2–4 semanas observa sueño, irritabilidad, rendimiento y amistades; toma en serio las banderas rojas (mentiras crecientes, ocultar salidas/dinero, cambios fuertes de pares, desorden exacerbado en mochila/habitación), que MedlinePlus y otras guías listan como señales de progresión. Si aparecen o se acumulan, no esperes: agenda evaluación con un equipo experto en adolescentes y posibles comorbilidades (ánimo/ansiedad/TDAH). 

Si el consumo fue cannabis, ¡evita minimizar el suceso!. En jóvenes, su uso se asocia a problemas de memoria, atención y toma de decisiones, y a reacciones adversas (pánico, desregulación), por lo que la detección temprana es clave; los padres pueden vigilar signos típicos (ojos rojos, coordinación torpe, hambre aumentada) y ajustar reglas de exposición, sugiere American Addiction Centers

Por último, cierra el ciclo con dos acuerdos inmediatos y medibles: 

  1. Regla de transporte seguro (“nunca conducir ni subir con quien consumió”)
  2. Plan de vuelta sin castigo esa noche. Son medidas de seguridad de bajo conflicto que reducen daños mientras avanzas a la evaluación si el patrón continúa, alineadas con recomendaciones parentales de intervención temprana. 

Escenario 3, la casa en modo crisis 

Solo proponte esta meta: hoy no vas a “ganar” la discusión; vas a recuperar el timón.

Paso 1: desescalar 24 h, comunicación con adolescentes sin confrontación

Dilo así, con voz baja: “Hoy paramos la guerra. Mañana hablamos con cabeza fría”. Esta pausa no es claudicar; es cortar el ciclo de grito–castigo–mentira y preparar una conversación eficaz (micro, con objetivo), tal como recomienda el Child Mind Institute: charlas breves, sin moralizar, con escucha real y acuerdos concretos (cómo hablar de sustancias con tu adolescente).

Paso 2: seguridad primero — reducción de riesgos y prevención del consumo


Esa misma noche solo chequea lo crítico: ¿está orientado? ¿respira bien? ¿alguien condujo/va a conducir? Si hay confusión marcada, vómitos persistentes, respiración dificultosa o convulsiones, debes acudir a urgencias. 

Paso 3: conversación de 10–15 min. ¿Cómo hablar sobre consumo de drogas y alcohol? 

Objetivo: entender lo que pasó y cambiar reglas imposibles por límites cumplibles

  • Abre con preocupación por seguridad (“quiero que vuelvas bien de cada salida”).
  • Escucha su versión, sin interrumpir (sí: incluso si no te gusta).
  • Acuerda dos límites concretos y visibles: (1) “nunca conducir ni subir al auto con quien consumió” y (2) “si te sientes presionado o te pasaste, me llamas: esta noche no hay castigo; lo hablamos mañana”. Estos acuerdos de reducción de daño bajan riesgos sin romper el vínculo.

Paso 4: del “cateo” a reglas claras

Sustituye registros sorpresa por un acuerdo escrito y visible: horarios y modo de regreso, cero sustancias en casa, confirmación de padres anfitriones, y consecuencias previsibles si se incumple (p. ej., siguiente salida suspendida + conversación). La clave, dice Mayo Clinic, es coherencia: reglas pocas, claras, repetidas, y consecuencias conocidas.

Paso 5: controles discretos y supervisión en el hogar (sin espionaje)

Ordena el entorno: alcohol y fármacos (recetados y de venta libre) bajo llave o fuera de alcance; reduce la “oportunidad” de consumo en casa. Esto es simple y efectivo. Si necesitas verificar sobriedad para una actividad de riesgo (conducir), acuerda de antemano cómo se hará (p. ej., no se conduce si hubo consumo; alternativa de transporte).

Paso 6: umbral de derivación — cuándo pedir ayuda profesional y a dónde acudir

Si ves un patrón —mentiras crecientes, deterioro en sueño/ánimo/rendimiento, cambios bruscos de amistades, desorden en su pieza— no te quedes en modo sanción: deriva a un equipo con experiencia en adolescentes y comorbilidad (ansiedad, ánimo, TDAH). Intervenir temprano mejora el pronóstico y corta la escalada.

Paso 7: seguimiento de 2–4 semanas, evaluar señales y ajustar límites


Menos bronca, más métrica: anota sueño, asistencia, cumplimiento de acuerdos y episodios de riesgo. Refuerza lo que sí mejora (cumplió horario, pidió ayuda, eligió transporte seguro). Este “pequeño tablero” convierte el caos en decisiones y es coherente con el enfoque de hábitos y conversaciones periódicas que muchos estudios promueven.

Idea central para ti: cuando el control total falló, el siguiente paso no es “más control”, sino mejor control: seguridad primero, conversaciones cortas, dos límites innegociables, consecuencias previsibles y ayuda profesional si hay patrón. Todo lo demás —el vínculo, el colegio, la calma en casa— empieza a alinearse desde ahí. 

¿A dónde acudir por consumo de drogas?

En Mente a Mente trabajamos con adolescentes y sus familias desde un enfoque multidisciplinario y coordinado (psicología adolescentes, psiquiatría adolescente, psicología apoyo padres, evaluaciones, entre otros.

Si te identificaste con alguno de los tres escenarios, podemos evaluar en pocos días, acordar reglas realistas en casa, y coordinar con el colegio un plan de 30 días con seguimiento claro. Atención confidencial, centrada en la seguridad y la continuidad escolar.


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